Bibliotecas en Grecia

jueves, 18 de junio de 2009

En Grecia se produjo el florecimiento de escuelas filosóficas, lo que promovió el amor por los estudios, desempeñando un papel fundamental en la difusión de estos.

La palabra “biblioteca” significa un conjunto organizado de libros, con determinados fines de utilidad pública o particular, o simplemente como un propósito de interés intelectual personal, ya sea en el ámbito científico, literario, técnico, o de índole social y estética.
Esta palabra “biblioteca” también se emplea o hace referencia al edificio en que los libros se custodian o el mueble que los guarda, asimismo se emplea para designar una cierta colección de obras, generalmente seleccionadas, de una misma o distinta materia, publicadas por una entidad editorial.


Biblioteca Real de Alejandría

Con la perdida de la libertad política de Grecia en el siglo IV a. de. C, Atenas dejó de ocupar la posición preeminente que como centro literario, ocupo durante un largo periodo. Fue aquí cuando Alejandría se convirtió en el centro literario y científico mundialmente, bajo el patrocinio de los Ptolomeo, quienes aprovecharon su posición real y sus medios económicos para atraer a todo tipo de artistas, como poetas y eruditos, otorgándole a estos todos los medios necesarios para que hiciesen o trabajasen en sus obras.
El poeta Calímaco fue uno de los muchos sabios que colaboraron en la biblioteca; preparó sobre la base de catálogos sistemáticos de la biblioteca, una especie de elenco de autores, que comprendía toda la literatura griega de aquellos tiempos.

La biblioteca de Alejandría disponía de abundantes fondos, gracias a Ptolomeo Sotero y su hijo Ptolomeo Filadelfo, quienes hicieron realidad su ambicioso objetivo, que fue reunir una gran colección de libros.

La parte principal de esta biblioteca estaba ubicada en el palacio real, pero la colección abundó tanto que fue necesario abrir otra sucursal, llamada Serapeum, por estar esta ubicada en el templo de Júpiter Serapis.

No se conoce con seguridad el tamaño de la biblioteca de Alejandría, pero se estima que la colección poseía entre 500.000 y 700.000 volúmenes o rollos y la sucursal Serapeum guardaba unos 45.000.
Las obras mas largas eran divididas en rollos de la misma longitud aproximadamente, de acuerdo con los capítulos del texto, y en otros casos se recogían en un rollo varios textos breves. La longitud del rollo habría sido entre 6 a 7 metros, los que enrollados formaban un cilindro de 5 a 6 centímetros de grosor, y su altura era variable.
Los rollos que se conservan, la mayoría miden entre 20 a 30 centímetros, otros entre 12 y 15 centímetros, y los menos superan los 30 centímetros. En estos rollos de papiro la escritura entre una columna y otra varía de 2 tercios a 5 sextos, en cuanto a la altura o distancia de las líneas; el ancho de la columna era por lo general, menor que su altura.
Entre los libros adquiridos y llevados a la biblioteca de Alejandría figuran algunos de la colección de Aristóteles, los que por diversos problemas fueron llevados a Roma por Silia.

Bibliotecarios de la Biblioteca de Alejandría:

Zeródoto de Efeso: Gramático y crítico literario griego.
Calímaco de Sirene: Poeta erudito.
Apolonio de Rodas: Especializado en gramática, poeta griego.
Erastótenes de Cirene: Matemático, astrónomo y geógrafo griego.
Aristófanes de Bizancio: Especialista en literatura griega.
Apolonio de Eidógrafo: Gramático griego, clasificó los poemas de Píndaro.
Aristario de Samotracia: Gramático y filólogo.


La biblioteca principal de Alejandría fue destruida por un incendio en el año 47 a. de. C, quedando entonces la sucursal como el verdadero centro bibliográfico de la ciudad. Algunos años mas tarde, el estadista Romano Marco Antonio le regaló a Cleopatra, reina de Egipto, una colección de 200 libros, pertenecientes a la ciudad de Pérgamo. Esta considerable donación sirvió para acrecentar los recursos bibliográficos de Alejandría.
Mas tarde esta reconocida biblioteca fue destruida por obra del fanatismo religioso, durante el reinado del emperador romano Teodosio el Grande.


Pérgamo:

Fue en la antigüedad la segunda en importancia después de la Biblioteca de Alejandría, ubicada en Asia menor, especialmente en Pérgamo, la que da el nombre a la biblioteca. Fue fundada por Atalo I, aunque tuvo relevancia durante el periodo de Eumenes II. La institución de Pérgamo siempre tuvo rivalidad con la de Alejandría a causa del éxito de esta cuanto a su colección y al personal que tuvo. La leyenda cuenta que Eumenes II intentó raptar a un bibliotecario con el fin de aprender de sus conocimientos en cuanto a la colección y organización de la Biblioteca de Alejandría. No hay duda de que Pérgamo tomó como ejemplo a ésta en temas de ordenación y catalogación, esto se sabe gracias a diversos hallazgos de arqueólogos alemanes en 1878 – 1886. La gran diferencia entre Alejandría y Pérgamo fue que en Alejandría se especializaron en decisiones de textos literarios y crítica gramatical, en el otro frente se inclinaron hacia la filosofía, sobre todo a la estoica, la cual busca la lógica en lugar de hacer análisis filosófico. Los volúmenes en Pérgamo eran copiados en un material llamado pergamino, este nombre se debe a que el desarrollo de este material se llevó a cabo en este lugar. En el siglo III A. de C. fue cuando se comenzó a tratar el cuero de forma especial para hacerlo más idóneo para la escritura, el desarrollo de esta técnica se le atribuye a Pérgamo, los historiadores aseguran que la elección del pergamino fue completamente voluntaria y por el hecho de que éste es un material duradero. Entre la colección de Pérgamo se guardaron los escritos de Aristóteles, sin hacer ediciones ni publicarse.

En el 47 A. de C. ocurrió el incendio de Alejandría y parte de su biblioteca a causa del enfrentamiento del ejército egipcio y Julio Cesar, Más tarde mandó hacia Alejandría los volúmenes de la Biblioteca de Pérgamo, que habían sido saqueadas con anterioridad. Este fue el fin de la segunda gran biblioteca de la antigüedad que sin lugar a duda ha dejado una huella importante en cuanto a su aporte en el auge del pergamino como material escritorio.

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